Masonería en Isla Mujeres

La Revolución Mexicana a Través de los Ojos de un Masón

La Revolución Mexicana: Una Lucha Armada (1910-1917)

Etapa Maderista (1910-1913)

Comenzamos narrando lo que pudimos discernir de las notas anteriores. En las elecciones de julio de 1910, Díaz volvió a triunfar una vez más. Pasado el peligro, Madero y sus compañeros fueron liberados, mientras que otros miembros de su partido impugnaban inútilmente el proceso electoral ante la Cámara de Diputados.

Una vez libre, Madero huyó a San Antonio, Texas, donde redactó el Plan de San Luis Potosí con algunos de sus partidarios, entre ellos Aquiles Serdán. Sin embargo, al regresar a la ciudad de Puebla, Serdán fue asesinado por la policía, convirtiéndose en la primera víctima de la revolución. Este plan, tradicionalmente considerado como el primer documento de la Revolución Mexicana, declaraba nulas las elecciones y los poderes nacionales, proponía la asunción provisional de la presidencia por parte de Madero y convocaba a elecciones. Además, prometía la restitución de tierras a los indígenas y llamaba a los mexicanos a levantarse en armas el 20 de noviembre de 1910.

El llamado del 20 de noviembre de 1910 atrajo a pocos debido a la limitada difusión del Plan de San Luis en una población diezmada. Además, Madero regresó al país un día antes. Sin embargo, para principios de 1911, la situación cambió con el resurgimiento de varios grupos rebeldes en el norte y centro del país, liderados por hombres con diferentes orígenes y objetivos.

Pascual Orozco, un ranchero de familia acomodada que se había visto impedido de realizar sus aspiraciones políticas en Chihuahua debido al monopolio político de la familia Terrazas, se unió a la causa. También figuraba Doroteo Arango, conocido como Francisco (Pancho) Villa, quien, motivado por las circunstancias del país, se vio obligado al bandolerismo. Aunque sus acciones carecían de principios ideológicos claros, Villa prometía el reparto agrario para convertir a los campesinos en pequeños propietarios y atraer adeptos a su movimiento.

Uno de los líderes más destacados fue Emiliano Zapata, quien inició la lucha armada en Morelos para reclamar la restitución de tierras a los campesinos despojados, proponiendo un reparto agrario que beneficiara a aquellos que nunca habían sido propietarios. Su propuesta incluía el trabajo colectivo de las tierras restituidas. Aunque la labor de Zapata fue loable, su movimiento fue mayormente localizado. El lema “Tierra y Libertad” surgió posteriormente al inicio de la revolución.

A pesar de la falta de experiencia militar, líderes como Zapata, Orozco, Villa y Madero lograron organizar contingentes armados que derrotaron repetidamente al antiguo ejército federal, mal equipado y con armamento anticuado. Aunque las derrotas de las fuerzas federales se ocultaban a Díaz, éste comenzó a preocuparse a principios de 1911.

La toma de Ciudad Juárez en mayo de 1911 marcó un punto de inflexión. Madero fue nombrado presidente provisional y comenzaron las negociaciones con Díaz para su salida del poder. Díaz aceptó negociar al comprender que la situación estaba perdida. A finales de ese mes, llegaron a un acuerdo en el que Díaz renunciaba a cambio de que Madero aceptara a Francisco León de la Barra como presidente interino. A pesar de las disposiciones que violaban el Plan de San Luis, Madero las aceptó para consumar el movimiento.

En las elecciones presidenciales de finales de 1911, Madero y José María Pino Suárez resultaron ganadores. Sin embargo, su pacto con Díaz y el reconocimiento de León de la Barra le restaron popularidad y apoyo. La presidencia de Madero fue difícil, ya que enfrentaba la oposición constante del Congreso y la Suprema Corte porfiristas. Aunque Madero prometió elecciones para revocar poderes en 1912, su gestión se vio obstaculizada por diversos factores, incluida la prensa porfirista que lo criticaba ferozmente a pesar de haber levantado las restricciones a la libertad de prensa.

Además, Madero enfrentó el desafío de pacificar el país, sin comprender completamente las diversas demandas de los caudillos rebeldes. A pesar de sus esfuerzos, líderes como Zapata, Orozco y Villa continuaron luchando al no ver cumplidas sus expectativas, lo que resultó en la emisión de planes como el de Ayala y El Pacto de la Empacadora, que desconocían a Madero como presidente legítimo de México.

La situación llegó a un punto crítico en febrero de 1913. El 9 de febrero, un contingente liderado por el Gral. Manuel Mondragón intentó liberar a Bernardo Reyes y Félix Díaz de la cárcel de Tlatelolco. Reyes perdió la vida en el intento. Díaz y Mondragón establecieron su cuartel en la Ciudadela, planeando la caída de Madero.

Madero intentó detenerlos, pero Huerta, quien tenía sus propios planes, negoció con los rebeldes. El 18 de febrero, Díaz y Huerta firmaron el Pacto de la Embajada, que llevó a la renuncia forzada de Madero y Pino Suárez. Huerta asumió la presidencia provisional, y Madero y Pino Suárez fueron encarcelados y asesinados el 22 de febrero de 1913.

En cuanto a Francisco Villa, su participación en la revolución y las circunstancias sociales del país se mencionan brevemente, con referencia a su biografía escrita por el Primer Cronista de Parral, Don Adalgo Carrasco Vargas.

El Primer Imperio Mexicano

El establecimiento del Primer Imperio Mexicano (1821-1823) marcó un momento crucial en la historia del país, aunque también estuvo repleto de tensiones y conflictos internos. Cuando los insurgentes llegaron a la Ciudad de México, fueron recibidos con júbilo por muchos como el fin de una larga lucha. Sin embargo, para otros representaba el inicio de un proceso delicado en la construcción de la nación. Se creó una Junta Provisional de Gobierno para gobernar hasta que se estableciera un emperador, y se invitó a Fernando VII de España o a algún miembro de su familia a ocupar el trono del Imperio Mexicano.

Pero pronto surgieron diferencias ideológicas que dividieron a la población. El Congreso formado para detentar el poder legislativo reflejaba tres tendencias: monárquicos, republicanos y borbonistas. Los monárquicos apoyaban la monarquía moderada propuesta en el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba, y algunos incluso respaldaban a Iturbide como emperador. Los republicanos, en su mayoría insurgentes veteranos, abogaban por un sistema similar al de Estados Unidos. Los borbonistas estaban divididos, dispuestos a apoyar cualquier opción dependiendo del monarca, pero preferían una república si no venía un rey de la casa Borbón.

La situación empeoró cuando el rey de España rechazó la invitación y no reconoció la independencia de México. Esta noticia sorprendió a muchos y causó regocijo entre los seguidores de Iturbide, quienes veían en él al próximo emperador. Ante la presión popular, el Congreso lo proclamó emperador sin haber finalizado la Constitución que debía regir el imperio.

Las tensiones entre Iturbide y el Congreso se intensificaron rápidamente. El Congreso se sintió irritado por la presión para coronar a Iturbide y por tener que debatir sobre asuntos nobiliarios en lugar de finalizar la Constitución. La disputa presupuestal exacerbó las tensiones, y Iturbide se arrogó el poder de vetar decisiones del Congreso.

Estos conflictos debilitaron el apoyo a Iturbide en el Congreso y fortalecieron las ideas republicanas. Conspiraciones para deponerlo se gestaron, y después de un año de la independencia, Iturbide se vio obligado a disolver el Congreso y reemplazarlo con una Junta de Notables leales.

El ejército intervino en diciembre de 1822 liderado por Antonio López de Santa Anna, repudiando a Iturbide y proponiendo la república como forma de gobierno en el Plan de Veracruz. Antiguos insurgentes como Vicente Guerrero, Guadalupe Victoria y Nicolás Bravo se unieron al levantamiento. Ante estos hechos consumados, Iturbide abdicó en 1823 y se exilió con su familia en Italia. Regresó a México para intentar recuperar el poder, pero fue apresado y fusilado en 1824 en Padilla, Tamaulipas.

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